Las auroras se producen cuando una expulsión de masa solar choca con el campo magnético de la Tierra; al llegar las partículas cargadas de protones y electrones que provienen del viento solar, son guiados por el campo magnético e inciden cerca de los polos, pero cuando dichas partículas chocan con átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno que se encuentran en el aire, parte de esta energía estimula a los átomos aumentando su energía, que al momento de tocar la parte superior de la atmósfera dan lugar a una serie de brillos y colores que se puede observar en ambos polos en determinadas épocas del año.

Existen auroras de diversas formas, colores o tamaños, y dependiendo del horario en que se visualicen, serán diferentes. En la noche las auroras generalmente se extienden como un arco en el horizonte en dirección este-oeste, incrementando su brillo y formas pasando la medianoche. De un momento a otro, el cielo se llena de figuras que se mueven rápidamente de horizonte a horizonte. 

El fenómeno puede durar desde unos pocos minutos hasta varias horas, pero comienzan a desgastarse cuando el horizonte se prepara para el amanecer.